Daniel Carbón Marroquín

Todo el mundo sabe cuánto le puede costar una tablet, un móvil o un televisor, pero la pregunta se complica cuando se tienen que preguntar cuánto le puede costar un vídeo, una sesión de fotos o una animación. Productos digitales con gran potencial para posicionarse en internet, generar confianza y mostrarse al mundo. ¿Cuál es su precio?

De igual manera que existen diferentes smartphones con precios muy variables entre sí, existen vídeos con finalidades y precios muy distantes. Por este motivo, hay que tener presente varios puntos para saber qué estás dispuesto a invertir para obtener el producto que buscas y cuál es el objetivo que necesitas alcanzar con él, ya que el precio variará en función a estas dos cuestiones principales. Aquí llega el quid de la cuestión: definir el objetivo final al proveedor audiovisual, en este caso a DCMediaProjects. 

Si un vídeo no tiene finalidad comercial o corporativa y es exclusivamente para uso doméstico, suele ser más barato que no en el caso contrario. Es importante remarcar que el precio no varía en función del cliente.

El precio varía en función del producto creado, es decir, no es lo mismo crear un vídeo para un evento familiar que crear un vídeo corporativo para un evento de empresas en el cual se deben de tener en cuenta muchos más factores como, por ejemplo, la identidad de marca, la escritura del guion o copy, la licencia de la música o del vídeo de stock, las revisiones y, sobretodo, la distribución y rentabilidad final que se obtendrá con el producto audiovisual entregado.

Por otro lado, la creación de un audiovisual no es solo un producto sino un servicio. También hay que tener en cuenta que el precio variará en función al tiempo y a la localización de grabación. ¿Cuánto dura el evento o el rodaje que hay que cubrir (producción)? ¿Dónde se va a grabar (en interiores o exteriores, en qué ciudad)? ¿Requiere de una preproducción o postproducción?

El artículo de Marca Tendencia explica por qué disponer de un vídeo corporativo, de evento o de cine profesional aporta un valor añadido o se puede convertir en un elemento clave para llegar a objetivos profesionales, empresariales o personales. Y es que antes de contratar un servicio audiovisual, se deben tener muy claros los objetivos que se buscan alcanzar y la cantidad exacta de vídeos que se quieren adquirir. Si no se tiene una referencia clara, también es recomendable consultar con varias personas o profesionales del sector.

Las siglas NFT (Non Fungible Token) aparecen en multitudes de notícias, artículos web, redes sociales e incluso se ha convertido en un argot social entre comunidades de personas, pero.. ¿Qué son exactamente y para qué sirven?

Un NFT es un bien no fungible, es decir, se trata de un elemento exclusivo, único e irrepetible que no se puede intercambiar por ningún otro de igual valor. Esto es posible debido a que el universo NFT trabaja con las criptomonedas, e igual que las monedas digitales (Bitcoin, Etherium, Ardor, Zcash, etc.), existe un código universal que verifica constantemente su identidad y autoría. En el caso de los NFT, se hace mediante la tecnología de registro blockchain.

Lo más curioso de todo es que realmente un NFT puede ser lo que el creador o su equipo quiere que sea, es decir, cualquier cosa puede ser comprada y registrarse en la blockchain. Los NFT más conocidos popularmente están vinculados al mundo del arte. Artistas que venden sus obras por miles y millones de euros (en su equivalencia en cripto) y que son compradas por coleccionistas o inversores que apuestan por la revaloración de la obra en un futuro. Por ejemplo, se ha llegado a vender memes en forma de gif por más de 2.000 millones de dólares, como fue el caso del meme del Nyan Cat.

Existen grandes cantidades de empresas, personalidades e incluso particulares que se han movido por crear sus propias colecciones de NFT. Está claro que hay un mercado detrás, y lo que es más importante, una comunidad con potencialidad de hacer crecer este mundo digital. No obstante, es muy importante destacar que los NFT vendidos por miles de millones son casos concretos y que existe un mercado muy amplio en este sector, con rangos de precios muy variados.

Y bien, ¿Qué es lo que buscan los compradores? Antes de todo es importante destacar que en este sector se mezclan dos mundos. Por un lado, el mundo de las finanzas y de la rentabilidad. Personas que invierten un capital para que en un futuro se revalorice y obtengan ganancias.

Por otro lado, existen los usuarios con interés iniciales basados en el valor personal que le puedan otorgar más allá del dinero. Desde el posible interés artístico que puedan tener en un NFT en cuestión, hasta intereses educativos o prácticos. Por ejemplo, el obtener un ticket de entrada para un evento exclusivo. Porque sí, también existen NFT que son meramente tickets de entrada a eventos privados de gran exclusividad destinados a un número determinado de usuarios.

En resumen, los tres valores clave que obtiene un usuario al comprar un NFT son: querer poseer una parte de historia (por ejemplo, los NFT de la NBA que venden fragmentos de vídeo de las mejores jugadas históricas de los jugadores de la élite), el beneficio económico y la exclusividad de poseer un elemento único e irrepetible en todo el mundo.

Por último, para seguir contextualizando y antes de pasar al kit de la cuestión de este artículo, es importante destacar que el mundo NFT es claramente una economía de red, es decir, cuanto más personas se unen a la red, más valor tiene para todo el mundo. Un ejemplo de economía de red es el dinero físico. Por este motivo, el sector de los NFT y del mundo digital (criptomonedas, redes sociales, realidad aumentada, entre otros) están en crecimiento acelerado, por lo que, por lo menos en lo que respecta a la blockchain, se encuentra ahora mismo en la fase previa al despegue por convertirse en un día a día para todas las personas del primer mundo.

Hoy en día, 4 de cada 5 personas tienen acceso a una herramienta de creación con la que pueden elaborar vídeos, fotografías, diseños y todo tipo de audiovisuales impresionantes. En cantidad de casos, únicamente, con el uso de un smartphone.

Es un hecho que la evolución tecnológica informática de los años 90 no deja de crecer exponencialmente, llegando a ser accesible para grandes masas de usuarios.

Por un lado, hay un gran crecimiento de productos como ordenadores, tablets o smartphones y, por otro lado, de softwares gratuitos o con costes reducidos.

Por si fuera poco, además de este acercamiento al usuario de las tecnologías mencionadas, una de las opciones que más se están demandando a día de hoy, sobre todo entre la juventud, es el consumo de productos audiovisuales vía internet.

En relación a esto, existe un gran boom informativo y educativo accesible en plataformas como YouTube, Twitch, Tik Tok o Instagram acerca de la creación de estas obras creativas, a todos los niveles. En otras palabras, en pocos clics puedes acceder a formación audiovisual que, años atrás, era inalcanzable para la gran mayoría de usuarios.

Entonces… si tú mismo puedes crear contenido audiovisual… “¿Para qué contratar a un profesional en el sector?” “¿Qué beneficios me dará a cambio?” “¿Notaré diferencia aparte de ahorrarme tiempo y esfuerzo?” “¿Es realmente lo que necesito?”

Estas preguntas son comunes cuando se tiene un negocio, empresa, proyecto o evento y se quiere producir una obra audiovisual.

Por un lado, posiblemente tienes la creatividad y la idea en mente y, por otro lado, dispones de herramientas de creación audiovisual para poder crearlos. Sin embargo, existe un gran elemento diferenciador que no es tan fácil de obtener.

Es cierto que hoy en día los smartphone hacen fotografías casi por sí solos, que existen filtros que construyen la imagen automáticamente y que existen apps que con un solo clic te editan de maravilla sin necesidad de saber de Photoshop o de cualquier otro programa. Gracias a ello, el abanico de posibilidades creativas se abre a un público muy amplio y, posiblemente, multidisciplinar.

¿Por qué hay contenidos que despiertan la atención de la audiencia y otros que pasan desapercibidos? El protagonista alrededor de esta pregunta es el querido storytelling.

La diferencia más significativa que existe en contratar a un profesional en el sector audiovisual, filmmaker/fotógrafo o director creativo, está en que hará uso de su experiencia y conocimientos para guiar tu propuesta creativa a través de un storytelling bien construido que conduzca al espectador hasta el objetivo que quieres alcanzar.

El storytelling le da la personalidad y la profesionalidad que necesita tu producto, marca, servicio, empresa, evento o proyecto. El gran diferencial está en darle personalidad, en mostrar la marca que hay detrás y en saber dónde y cómo dirigir la atención. Cada marca tiene una forma única de comunicar, un entorno en el que competir y un público objetivo que alcanzar.